En su biografía de Instagram describe su tarea. “Te ayudo a mejorar tu relación con la comida”, sostiene. Se trata de Agustina Murcho, Nutricionista Especialista en Trastornos Alimentarios. Es de Buenos Aires y llegó a su profesión tras su vínculo problemático con la comida, el cual, comenzó en la infancia –en sus palabras-.
“En el colegio, teniendo 6 años aproximadamente, me compraba un montón de golosinas, que las comía a escondidas”, rememora. Y sigue: “Siempre me dejaban de lado, se reían de mí y hoy puedo identificar que tapaba todo eso”.
Años más tarde, “a los 11” –especifica Agustina- llegó el interrogante que desencadenó, luego, en un conflicto: ‘¿Papá soy gorda?’. Posteriormente, con un cambio de escuela en medio y un bullying persistente, algunas revistas y la televisión la indujeron a alterar los platos que se servían en la mesa familiar.
Al respecto, explica: “Si pedían empanadas, yo estaba con pollo y calabaza, hasta que me empecé a obsesionar y dejé de comer”. “Quería estar muy flaca para que la gente se preocupe por mí, buscaba llamar la atención”, confiesa.
Así, la inanición se constituyó como una anorexia que derivó, luego, en atracones y bulimia. “Durante seis meses no comí, más o menos, y para el viaje a Bariloche (de egresados) me dijeron que, si no comía no iba a ir. Comencé a comer mucho, por todo lo que me restringí”, detalla.
De aquella época, destaca la contención que recibía de sus padres y hermano, asegurando que “la recuperación fue gracias a ellos”. En este sentido, relata: “Siempre estuvieron, me insistieron y cuando estuve muy mal me llevaron a un hospital del día, donde pude mejorar”.
Desde la empatía
Al finalizar su paso por el secundario, fue el turno de los estudios universitarios. En principio, Agustina Murcho quiso estudiar medicina, pero no se sintió capaz y optó por la nutrición. “Creí que no podía por la baja autoestima que tenía”, reconoce. Y aclara que, en la elección de carrera no tuvo injerencia su situación personal.
A lo largo del cursado, la salud de Agustina no prosperaba. En tanto, al momento de recibirse transitó una de las peores instancias. “Estaba cada vez con más atracones, más vómitos, salía mucho y tomaba alcohol, un desastre”, cuenta. Y añade: “Me dieron el título y mi papá me dijo que no podía trabajar. Ahí fue que me internaron”.
Con la ayuda correspondiente salió del nosocomio y quiso especializarse para ejercer. “Decía que ni loca me podía bancar a alguien como yo –narra- pero ver en Instagram la cantidad de cosas peligrosas que enfermaban a la gente, me hicieron decidirme”.
Inicialmente, dio incipientes pasos digitales, en 2015, brindando consejos a una comunidad que gestó a partir de su experiencia. “Me llené de seguidores porque la gente se sentía identificada con mi historia, a la par que era el boom fit y yo criticaba ese comportamiento”, señala.
De esta manera, siguió su formación y consolidó su impronta, caracterizada por la mirada crítica a las dietas y el fomento de una alimentación saludable, sin restricciones. “Hay que tener paciencia, hay días que cuesta, pero me encanta ver cuando los pacientes van mejorando y cuando la sociedad toma conciencia”, cierra Agustina Murcho.