*Especial, por Flor Gotti (The Lüdwe)
¿Qué es lo mejor que puedo darme? ¿Qué necesito en este momento? ¿Cuál es el mejor ambiente para mi? ¿Qué límite necesito poner? ¿Qué disfruto hacer?
Son algunas de las preguntas que podemos hacernos para empezar a darnos amor. Cuidar de nosotros mismos es fundamental. Y si yo no sé como hacerlo o qué es lo que me hace bien, dudo que alguien pueda adivinarlo.
El amor propio es reconocernos como merecedores, saber nuestro valor: ¿Qué merezco?
También, se trata de: ¿Cómo puedo darme estabilidad emocional? Sentirnos valorados, seguros para nosotros y para los demás. Amarnos implica escucharnos, hacernos caso, priorizarnos, ser nuestro mejor amigo (quien se alienta a sí mismo), cuidar de nosotros (física y emocionalmente), descansar, sernos fieles, tratarnos amablemente, respetar nuestros límites, perdonarnos y aceptarnos.
El amor propio es el compromiso que tenemos con nosotros mismos.
En virtud del amor propio poné atención a:
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¿Cómo te expresas, qué dices, qué piensas acerca de vos, qué te decis en todo momento? ¿Es positivo, expansivo o amoroso? ¿Qué tipo de palabras usas?
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Observá tu forma de expresarte ante los demás porque esta determina la forma en la que nos vemos a nosotros mismos y cómo es nuestro amor.
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Cuidá tu entorno: ¿Qué consumís? ¿Qué escuchas, qué tipo de música, programas de tv, series? ¿Qué clase de personas hay a tu alrededor? ¿Quienes sacan lo mejor de vos y lo peor? ¿Son tóxicas o son personas que te ayudan a crecer desde el amor?
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¿Qué situaciones o personas te quitan tu energía o sientes que te drenan?
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Cómo te organizas: poner en orden tu vida, priorizarse. Moverse, bailar, cantar, hacer ejercicio ¿Cuál te gusta más? dale movimiento a tu cuerpo.
Se trata de dar atención a tu cuerpo, mente, alma, energía. Repito ¿Qué te hace sentir bien? No es lo mismo para mí, que lo que es para vos.
Se te invita a practicar aquello que te habilite un estado de bienestar personal. Se trata de comprometerte con vos mismo, entregarte a vos, no se trata de gustar a los demás.
Agradecé las bendiciones que te rodean, enfócate en lo que sí tenés y verás lo afortunado que sos. Cuando el foco está ahí, en la abundancia, la energía fluye en esa dirección, atrayendo más bendiciones a tu vida.
En fin, se trata de valorar lo que somos, tanto lo bueno, como lo no tan bueno. Es nuestra responsabilidad, tenemos el poder de direccionar nuestra vida y de crear en ella lo que es mejor para nosotros.