Siguiendo las investigaciones del psicoanalista John Bowlby, lo que define al apego es la tendencia innata de una cercanía física, que proporcione una base segura y de confianza. Además, esta se incrementa en situaciones de amenaza y riesgo, produciéndose angustia si se rompiese el vínculo frente al peligro.
Por su parte, la licenciada María Belén Brocal (MP 8651) con formación en psicología clínica y neurodesarrollo (neuropsicología), señala que, la mayor referencia, para entender esta idea es la relación entre una madre y un bebé.
La misma, la Lic. explica que “es estable y en la mayoría de los casos es permanente en el tiempo”. “Este lazo es parte del desarrollo físico y emocional, siendo el que nos brindará lo que necesitamos para salir al mundo y relacionarnos con los otros”, especifica.
Por tanto, la manera en que se transite esa unión, delimitará uniones próximas, ya sea con colegas, amigos y/o pareja. En este sentido, Brocal afirma: “Así de importante y significativo es”.

Modelos de apego y sus efectos
A partir de esto, entonces, se delimitan los tipos de apego. En primer lugar, el seguro, que se basa en la confianza en el cuidador y “es el que esperamos se dé, buscando apoyo emocional y generando buenos vínculos interpersonales” -detalla la profesional-.
En tanto, el ansioso puede surgir de un cuidador sobreprotector o que, a su vez, no suscite la seguridad suficiente, generando un sujeto con ansiedad, incertidumbre e inseguridad, que, por ejemplo, podría mostrar mucho temor a separarse.
Respecto al desorganizado, Belén dice: “Se da cuando la persona que está a cargo, se maneja de forma desinteresada, despreocupada por el niño o niña, lo que puede derivar reacciones explosivas, sin muchas herramientas para gestionar las emociones”.

Por último, el evitativo se origina ante la ausencia de un entorno confiable, causando personas que luego querrán evitar el contacto, siendo emocionalmente distantes. Así, más tarde, estos modelos “inciden tanto en la forma de tratar con otros como de administrar nuestros sentimientos” -asevera Brocal-.
Señales de alerta
Así, para mejorar la calidad de los tratos es crucial haber transitado un apego seguro, el cual posibilitará relaciones emocionales saludables en la vida adulta. A su vez, este implica aspectos positivos como bienestar y confianza.
Al contrario, las alternativas negativas traen aparejadas sensaciones de ira, enojo, entre otros, dando lugar a vínculos dependientes o dañinos. “El camino para abordar esto tiene que ver, principalmente, con que se pueda hacer una mirada introspectiva para intentar e indagar sobre la relación de apego que tengo como representación y a partir de allí, poder modificar si fuera necesario”, sugiere Brocal en este sentido.
Y cierra: “Por supuesto que la consulta psicológica siempre será una opción recomendada sobre todo si en el presente los vínculos que forma el sujeto son dolorosos o causan sufrimiento”.