La generación de residuos es uno de los principales problemas ambientales, económicos y de salud del planeta, sobre todo a partir de la expansión de la economía de consumo. La misma promueve un sistema lineal de extracción, producción, uso y desperdicio, mientras que, en contraposición, el modelo circular alienta a que los considerados residuos puedan ser utilizados, nuevamente, como recursos. En este marco, aparece el compostaje, para dar una segunda oportunidad a desechos orgánicos producidos en el hogar, propiciando así el reciclaje.
El INTI explica que “según el lugar, la época del año, el nivel socioeconómico, entre otros factores, se estima que del 30 al 60% del peso de la bolsa de basura que generamos en nuestros hogares es orgánico (bio-residuo)”.
Este se genera en las viviendas, principalmente dentro de la cocina y el jardín. Así, en la primera, pueden ser hallarse restos de frutas y hortalizas, crudas o cocidas, como también semillas y carozos, cáscaras de alimentos, filtros de café, fósforos usados, etc.
En tanto, afuera puede encontrarse césped cortado, restos de plantas y flores de raleos, desyuyes, trasplantes, recambios, hojas secas de árboles, entre otros. De esta manera, en conjunto constituyen el porcentaje mencionado que, “es el triple que lo que se genera de papel y cartón o de envases y embalajes plásticos”, detallan desde el ente argentino.
“Entre la gran diversidad de tratamientos que se les puede dar, el compostaje domiciliario es una alternativa sencilla y eficiente que podemos realizar en el hogar simplemente con una compostera, algunas herramientas auxiliares y el manejo adecuado de la técnica”, explican, a su vez.
El compostaje consiste en producir compost. Se trata de un tipo de enmienda orgánica, un producto inocuo, constituido por materia orgánica estable, madura y restos minerales, libre de patógenos y de sustancias que puedan causar daño al suelo o a las plantas. Su función es abonar la huerta, plantas ornamentales, árboles, césped, macetas, entre otros.
Los 12 pasos para lograr un compostaje exitoso
“Comenzar a compostar en casa, aunque es simple, requiere de organización”, advierten desde el INTI.
ORGANIZACIÓN
- Elegimos una compostera. Es el artefacto concebido para procesar los residuos orgánicos. Los condicionantes a tener en cuenta para elegir son la aislación para la lluvia y el sol directo, barrera física al ingreso de animales, que permita la eliminación de los líquidos que se generan como parte del proceso o con el exceso de agua de riego, aireación, ventilación y contar con al menos dos módulos, para separar compost listo del que está en proceso.
2. Seleccionamos el sitio donde compostar. Debe ser de fácil acceso desde la cocina; ni muy cerca ni demasiado lejos; un lugar preferiblemente con sombra en verano (bajo un árbol o arbusto). Es recomendable evitar la exposición al viento y sol permanente.
3. Elegimos un recipiente para acopiar restos de cocina. Este recipiente deberá localizarse en un lugar cómodo de la cocina, por ejemplo, sobre la mesada. Es preferible que tenga tapa para evitar problemas con las mosqquitas de la fruta. Un tacho plástico de helado es un buen ejemplo, aunque hay muchos formatos posibles. Lo ideal es no acopiar residuos en la cocina por más de dos días ya que pueden comenzar a generar líquidos, olores desagradables o atraer mosquitas de la fruta.
4. Acondicionamos un espacio para acopiar restos de jardín. Puede ser abierto (tipo parva) o contenedor y estar preferentemente cerca de la compostera y protegido de la lluvia. El tamaño será en función de la cantidad de restos de jardín que se generen anualmente.
COMPOSTAR
- Acopiamos los residuos. Recordemos que los residuos que acopiemos deben haber sido seleccionados correctamente para evitar la eventual contaminación del compost con semillas de malezas, microorganismos patógenos o metales pesados.
- Trituramos los residuos. Para aumentar la superficie de ataque de los microorganismos y disminuir el tiempo del proceso, antes del vertido a la compostera, es recomendable triturar las ramas y trozar o chipear los restos de plantas recolectadas en el jardín. Eventualmente también es conveniente triturar los residuos de cocina de gran tamaño tales como frutos enteros o cáscaras de sandías y melones.
7. Vertemos los residuos en la compostera. Se recomienda verter los residuos haciendo capas alternadas en formato tipo sándwich, comenzando por los “secos y marrones” seguidos de los “verdes y húmedos”. Sobre la base de la compostera ubicaremos una primera capa de marrones y secos, luego verteremos los restos de cocina. Siempre conviene que la última capa de residuos sea de “marrones y secos” para absorber el exceso de humedad y enmascarar olores.
8. Activamos la parva y comenzamos otro ciclo de vertido. Cuando la parva de residuos vertidos alcance la altura de la compostera, entonces el primer módulo estará completo. Esto significa que ya podremos activar esta parva, mezclando todas las capas y dándole aireación y humedad. Luego de que hayamos mezclado y humedecido los materiales, la pila estará activa y el proceso de compostaje, en marcha.
9. Controlamos el proceso. Revisar la humedad, tomando un puñado de material y apretarlo. Si al abrir la mano, el material mantiene su forma, e incluso se produce un pequeño goteo de agua entre los dedos, entonces la humedad es la adecuada (50-60 %). Si el material está muy seco, entonces será necesario regar. Y en caso de exceso de hu[1]medad, podemos agregar material seco o marrón como trozos de cartón, aserrín, viruta u hojas secas.
También chequear la aireación: Cada vez que se voltea la pila se incorpora oxígeno, aumentando la actividad microbiana y ayudando a eliminar el exceso de agua, calor y malos olores. Es por eso que al menos cada 15 días debe voltearse la pila con palas, horquillas u azada. Si el material está apelmazado, se pueden incorporar residuos secos de mayor tamaño como ramitas, carozos de frutas, cáscaras de frutos secos, cortezas de árboles, etc.
Identificar y controlar Insectos y animales no deseados. Pueden ser moscas, cucarachas, hormigas o roedores.
USAMOS EL COMPOST
- Cosechamos el abono. El compost estará listo (estable y maduro) cuando hayan pasado seis meses desde que finalizó el vertido. Podremos notar que se encuentra a temperatura ambiente; no se pueden identificar los residuos que se vertieron (todo el material tiene aspecto homogéneo); el color es oscuro o negro similar al café; el olor es como a tierra mojada.
- Tamizamos el abono (opcional). Al final del proceso, el compost tendrá material leñoso (grueso) que no alcanzó a degradarse; tal como ramitas, cáscaras de frutos secos o carozos de frutas. Se recomienda tamizar, valorando previamente qué destino se le dará.
- Aplicamos el abono. Siempre se deberá utilizar combinado con otros materiales (tierra negra, perlita, vermiculita, aserrín, cascarilla de arroz o maní, turba, mantillo, etc.) o suelo. Puede utilizarse en macetas, bolsas o bandejas de germinación, canteros, cazuelas de árboles o césped de jardín.