*Especial, por Guillermo ‘Colo’ Moroni
El mundo de la gastronomía es infinito, y como tal, la creatividad y la impronta de quienes forman parte de ese inmenso territorio no tienen límites, como ocurre con Castellammare, ubicado en el Valle de Traslasierra. Cada quien pone lo suyo para darle el toque de originalidad a diversos platos y, luego llega el momento en que tus sentidos se ponen en marcha para comenzar a descubrir sabores, colores, aromas y texturas.
No es cuestión de ser un experto, un degustador serial, un especialista en redes sociales o un afilado cliente misterioso de la guía mas encumbrada para calificar un plato o un restaurante. Y, te cuento, en mi caso, no califico en ninguna de las categorías mencionadas para no arrogarme títulos de ninguna naturaleza, solo me gusta escribir sobre mis experiencias.
Así, en esta oportunidad, quiero compartir mi visita a Castellammare, que se sitúa donde una maravillosa geografía acompaña y se respira aire puro y la armonía de la naturaleza que te abraza regalándote paisajes soñados.
Y no es casualidad que Verónica y Julian hayan elegido este lugar para recibirte en su casa y hacerte sentir como en la tuya, disfrutando de una cena en pasos, o mejor dicho, un viaje de ida al planeta de los sabores que ella prepara y que él abreva con etiquetas que sorprenden.
El objetivo de estas líneas no es contarte en que consiste cada plato y calificarlo, como dije antes. Sobre gustos cada uno tiene el suyo y no me corresponde hacerlo. Sin embargo, me voy a permitir decirte que Castellammare es para conocerlo.
Y de eso se trata cuando te digo conocer, porque paso a paso en más de 2 horas que trascurren como si el tiempo se hubiera detenido, los platos que llegan a la mesa te invitan a ir descubriendo mucho más que el gusto y el sabor.
Castellammare: De generación en generación
Hay una historia que encierra sentimiento y pasión por el arte de cocinar, tal como lo define con inocultable emoción Verónica. “El que unía a todos con la comida en la mesa larga era el abuelo Vitto . Y siento que cocinando es como expresarme yo, es mi esencia , de otra forma no logro hacerlo”, dice.
Don Vitto, un inmigrante siciliano que desde Trapani llegó a nuestro país, como muchos otros en que “l´America” era un pasaporte a la libertad a pesar del desarraigo. Quizás con apenas una maleta pequeña pero con unas ganas tremendas de empezar de nuevo.
Lo pudo lograr y en esas caricias que dejan los recuerdos de la infancia, una niña admiraba su destreza y dedicación en la cocina. No fue en vano. Verónica fue creciendo anotando en su memoria esas “habilidades” del nonno Vitto para que con el paso del tiempo pudiera replicar esos momentos culinarios en creaciones propias, que hoy puede mostrar en Castellammare.
Ella creció rodeada de esa cultura y aprendió muchos secretos a los que hoy les impone creatividad, innovación y audacia, dejando librado a tus sentidos el disfrute de cada uno de los platos que conforman su menú en pasos. Una propuesta muy personal y novedosa, interpretada de una manera distinta, fresca y atractiva, verdadera cocina de autor. “Hacer pastas me tira de corazón”, sostiene y que bien le salen.
Por otro lado, las carnes braseadas tienen una técnica muy particular, donde se destacan la presentación y la sutil combinación de sabores. Al respecto, Vero señala sobre su idea: “que haya contrastes en el plato, donde se fusionen los ingredientes y las especias, que acompañe un poquito acidez, un poquito de picante, hasta lograr el equilibrio que busco. Y añade: “Lo hago desde el corazón , cuando lo pruebo digo ‘es así’.”
Experiencia completa
Para reforzar la identidad de Castellammare, no podía faltar una importante cava de vinos de guarda que sorprende por su calidad y variedad. Y es aquí cuando aparece la figura de él, Julián. Un apasionado intérprete del maridaje que nos va guiando en cada paso con una bebida diferente para completar esta vivencia gastronómica.
“Los vinos van rotando y los voy adaptando a la propuesta, cada paso de acuerdo al menú, ofrecemos etiquetas muy variadas de vinos argentinos incluyendo los regionales, italianos, españoles entre otros”, explica.
Además, me permito agregar, tienen una colección de brandys, whiskys y bebidas del mundo que pueden ser el comienzo y el colofón de una noche inolvidable. Desde un clásico Aperol spritz hasta una grappa con peperoncino incluido (solo para valientes).
Cerca de cumplir los 2 años de vida, Castellammare fue creciendo sobre la base de una filosofía muy clara: el arraigo por el lugar en el que nació, por los productos regionales y por comidas que llevan consigo la historia, las anécdotas, los recuerdos y la pasión de Verónica y Julián por seguir creando e innovando para seguir generando encuentros en las mesas de su casa, donde suenan los “chin chin” de los brindis y los buenos augurios.
Siempre hay algo más para contar sobre platos, copas y buenos momentos, y precisamente de Castellammare tanto más hay para decir que prefiero que puedas tener la experiencia en primera persona y no “spoilearte” para que te sorprendas.
Hasta la próxima ¡Bon Appetit!
- Castellammare
- @castellammare_resto
- San Lorenzo – Traslasierra
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