Elena Kuchimpós supo que su vocación estaba en el rubro de la educación desde la infancia. “Mi incursión comenzó cuando era chica y preparaba a mis compañeros que se llevaban materias”, recuerda. Más tarde, pasó como voluntaria por comedores infantiles y la Casa Cuna.
Desde entonces y hasta hoy, se desempeña formando y destaca su “afinidad por los niños”. Primero fue a través de las aulas y, posteriormente, “tratando de ser una mejor versión” -en sus palabras- continuó capacitándose, hasta llegar a una diplomatura en neuropedagogía que le permitió enseñar a docentes.
“Descubrí otro mundo y me encanta inspirar a los que trabajamos en docencia, porque mi lema es que todos podemos mejorar el pedacito de mundo que nos toca transitar”, sostiene. Y agrega: “Cuando era chica quería cambiar el mundo entero y me di cuenta que no podía, pero sí puedo aportar un granito de arena, encendiendo una llama en alguien”.
En este sentido, Kuchimpós se vale de las redes, también brinda conferencias abiertas a diverso público, como la que dictó en el marco de un desayuno de Ocio recientemente y, además, tiene un programa de radio. Así, mediante múltiples canales comparte tanto sus conocimientos, como analiza el presente de la disciplina, a la que aspira “darle un giro”.
Al respecto, explica: “La tecnología nos atraviesa y hay que modificar la educación. Es a eso a lo que estoy dedicada actualmente porque hay que ser flexible ante los cambios, pero falta mucho para el modelo que yo sueño. Aunque, estamos haciendo pasitos, por ejemplo, aceptando que hay distintas formas de pensar y ver el mundo”.
Entre el deseo y el obstáculo
Acerca de los desafíos con los que se topó en su recorrido, Elena Kuchimpós reflexiona: “Tengo más de 50 años y a veces es como que somos descartables. Si mi experiencia la hubiera tenido a los 30, sería mucho más exitosa pero lo cierto es que una debe transitar ciertos caminos que llevan tiempo”.
Por tanto, ratifica el propósito con el que trabaja a diario. “La idea es demostrar a la sociedad que podemos seguir aprendiendo siempre y que las mujeres somos motor de cambio”, sostiene.
Asimismo, agrega en torno al feminismo: “Hay quienes creen que debemos posicionarnos en contra de los hombres pero no es así. Nos necesitamos y debemos encontrar un equilibrio, dejando de demonizar al sexo opuesto”.
“Por ser avasallantes, hemos perdido algunas cuestiones -indica- pero valoro muchísimo que hemos evolucionado y nos estamos posicionando”.
Finalmente, la neuropsicoeducada habla de sus metas, comentando que anhela tener una escuela propia, “en la que todos puedan aprender, que nadie sea invisible y se pongan en valor talentos y habilidades”.
“Saquemos la palabra ‘inclusión’ y que esté dada por hecho. La educación debe romper barreras y sueño con un espacio que tenga muchos colores, espacios para bailar, investigar, jugar, porque los ambientes amenos, cálidos, dan ganas de ir todos los días”, amplía.
Asimismo, a corto plazo planea la publicación de su libro, que contiene tips dedicados a docentes, pero aclara: “No es para las escuelas, sino que la idea es que todos puedan acudir, como si fuera una agenda de consultas”.