Y si volvemos unos años atrás, ya son casi 10 libros publicados. ¿Qué sensación te genera cada uno de ellos, el hecho de publicarlos, el camino, el feedback de sus lectores?
A pesar de que ya es el décimo que estoy escribiendo, siempre es una experiencia nueva, siempre digo que cuando termino de escribir un libro quedo vacía y creo que nunca más vendrá otro; transcurren siempre más o menos dos años entre uno y otro, que son esos años en los que parece que de vuelta vienen palabras nuevas e ideas nuevas. En esta ocasión vuelvo a escribir con mi hija, que tiene una mirada social mucho más actualizada, somos dos generaciones que piensan sobre los mismos temas. El nuevo libro, ‘Ruidos y voces’, se llama así porque hay tanto ruido comunicacional, hay tantas falsas noticias, tanta sobreinformación y gente hablando de cualquier cosa, que rescatamos voces de distintos profesionales de diferentes áreas, vamos sumando voces que nos parecen importantes. Y también va a tener un plus al que van a poder acceder: una charla con adolescentes en la que los van a poder ver en vivo y en directo, hablando de estos temas.
Hoy, como todos lo tuvimos que hacer, te reinventaste, consultorio por Whatsapp, redes a full, etcétera. ¿Cómo fue el cambio para vos? ¿Te fue difícil?
Cuando empezó la pandemia, a mediados de marzo, yo ya tenía una agenda llena, ya con la valija hecha para irme a México y a República Dominicana, la primera vez que iba a dar seis conferencias afuera y me tuve que quedar. Dejé de atender pacientes por el riesgo que existe, ya que soy una persona mayor. Dejé de viajar, yo tomaba un avión todas las semanas e iba desde la Quiaca hasta Ushuaia, y bueno, que digamos, de un día para el otro me quedé sin trabajo. Me tuve que reinventar y en un mes, con la ayuda de mi nieto y de mi equipo, aprendí lo que nunca quise aprender: Instagram, Meet, Skype, Zoom, todo de una. Y a partir de ahí, todo tiene sus ventajas y sus desventajas; para mí no hay como la presencialidad, me falta el abrazo, la palabra, la devolución, las caras, todo eso me faltó y se siente un montón.
Lo bueno es que desde tu casa podes estar dando conferencias y te escuchan desde Venezuela, Colombia, Chile, cosa que antes era imposible. Pero bueno, yo extraño el feedback, es otra cosa. No tuve tiempo de deprimirme, ni que la angustia invadiera mi vida, porque cuando estás aprendiendo estas en otra sintonía.