En su paso por Córdoba para presentar los libros Enfermé para sanar, Así me cuido yo y Paz, amor y jugo verde, hablamos con la autora y comunicadora Marina Borensztein en el Hotel Sheraton, previo a la conferencia ‘Un día para emprender tu viaje al bienestar’. Sus libros repasan herramientas para cuidar el cuerpo, acercarnos a la espiritualidad y entender que podemos vivir más felices.
¿Tenés como lema ‘dejar de quejarse’?
Soy totalmente consciente cuando me pongo quejosa. Es algo con lo que sigo trabajando atenta y conscientemente. Ya no soy una quejosa crónica, pero te confieso que hoy vengo peor que mucho tiempo (risas).
¿Es tóxica la queja?
Es realmente tóxica. Para el resto es un problema, pero se separan de nosotros y listo. En cambio nosotros quedamos con las células, la materia y la energía hechos un nudo. Es un trabajo diario y aprendí mucho de un físico cuántico llamado Joe Dispenza. Soy promotora y estoy convencida de ser creadora de mi propia realidad: “más me quejo, más de eso”. No se sale de lo que nos quejamos; tenemos que hacer algo al respecto.
¿Hay técnicas de trasmutación?
Muchas y las aplico a todas; pero lo que más funciona es la meditación y la conexión con lo que realmente somos.
¿Buscás que ‘nada te moleste’?
No podría. Pensá que soy una judía quejosa que tiene una historia ancestral que la sustenta. No somos hindúes ni orientales avanzados. Yo trabajo conscientemente en esos cambios: era una quejosa dormida y ahora una quejosa consciente, que tiene como herramienta fundamental la gratitud.
Te enfermaste de cáncer y comenzaste un cambio de vida rotundo, ¿pusiste en valor todo lo que habías aprendido en la vida y en terapia?
Fue el límite. Todo eso que venía psicoanalizando no me lucía mucho porque al final llegó a mi cuerpo y se enfermó. Mi propia materia me indicó que debía ir por otro lado. Le faltaban patas a la mesa para mantenerse firme.
¿Cuál era esa pata que faltaba?
La espiritualidad, que es una parte fundamental en la vida de las personas. Vivir el ser sin tanto pensamiento ni tanto ego me costaba. A partir de sentir el límite comprendí muchas cosas… pensaba “¿y si me muero?”. Me puse las pilas y pasé a la acción. Conecté, me ocupé y comencé a resolver mis cosas. Soy la protagonista de mi propia vida.
¿Cuál es tu objetivo con estas charlas y libros?
Mi objetivo es principalmente ayudar pero también disfrutar porque me gusta hablar, compartir y enseñar. Es una pulsión de vida: no hace falta atravesar por situaciones tan dolorosas para ser, entender, sanar, ser agradecidos, felices y estar bien. No hace falta ponerle tanto al cuerpo. Sólo nos faltan herramientas.
¿Vos das esas herramientas?
La información avanza y no todas las personas comprenden lo que decimos. Pero en algún momento, cuando algo pasa, les cae la ficha y entienden. Desde que somos chicos aprendemos datos de historia o geografía, pero no desarrollamos inteligencias para calmar nuestra ansiedad. No había materias sobre felicidad y emociones. Por eso me encanta poder compartir eso para la que gente lo pase lo mejor que pueda.
¿Lo que comemos importa en este proceso?
La comida es muy importante. De hecho mi jugo verde es clave para tener energía y buen humor. Es importante cambiar de hábitos y asumir otros más saludables.