Su nombre completo es María Amor de Jesús Privitera Masena. Se caracteriza por su simpatía, gesticulación al comunicarse, sus outfits distintivos y la sonrisa que tiene desplegada en el rostro en todo momento.
Llega a la oficina de Ocio puntualmente, dispuesta a hablar de su trabajo en el ámbito digital y comienza contando el objetivo que prima en su contenido. “Llevar un poquito de diversión y sacarle, aunque sea, una sonrisa a la gente”, dice y sigue: “Con eso tengo el día hecho”.
¿Si lo logra? Sin ninguna duda. En el material que comparte prevalece la espontaneidad y la riqueza de la vida diaria. Entre lo más destacado, remarca los denominados “martes de terapia”. En aquella jornada semanal, interactúa de primera mano con las miles de jóvenes que la acompañan en sus aventuras cotidianas.
Así, se gesta una confianza y ciertamente también esa “influencia”, que distingue su labor y de la cual, “al principio renegaba” –confiesa-. “No me gustaba, me sentía un poco incómoda”, rememora de los primeros pasos que dio en 2017, cuando el concepto de influencers apenas emergía.

Hoy reconoce la “gran responsabilidad” de su tarea. Reconoce también que se trata de generar tendencia. Aunque admite: “A veces no nos damos cuenta en el día a día la llegada que tiene una red social hoy”.
Suceso inesperado
Los orígenes de “Amola” –como la llaman- se remontan a 5 años atrás. Al respecto, recuerda: “No lo busqué, sino que fue sucediendo. No éramos muchos en ese momento, menos en Córdoba y empecé haciendo videos de humor, contando un poco de mi vida y la gente se fue sintiendo identificada”.
Señala que fue su hermano quién la impulsó, mientras le narraba una anécdota: “Lo exterioricé y él me dijo ‘graba esto en un video’, pero yo no sabía cómo hacerlo y me tuvo que enseñar. Me acuerdo que fue un domingo”.
En una época donde aún no existían las historias, el relato audiovisual se publicó en el feed, obteniendo 100.000 reproducciones.
De repente, la joven que trabajaba en relación de dependencia, dentro de una empresa, se consolidaba en un mercado incipiente. Así, las marcas –en principio, locales- la empezaron a contactar para que promocione sus productos.

Y luego, el gran salto. Una compañía internacional la eligió y se despertó en ella el deseo de seguir por ese rumbo. De esta manera, elaboró su primer media kit (una carta de presentación sobre su posicionamiento en redes sociales, a modo de currículum).
Desde entonces, despegó y lanzó inclusive, su tienda de ropa. En el proceso, renunció a su empleo. La decisión no fue para nada sencilla, ante el temor de fracasar en el camino o no poder costear los gastos indispensables.
“Lo analicé muchísimo en terapia porque tenía miedo de no poder pagar el alquiler o internet. Pero, después me di cuenta que obtenía mucho más que estando sentada 9 horas al frente de una computadora, que no me hacía feliz y no tenía sentido seguir perdiendo el tiempo”, señala.
La “Comunidad del Amor”
En su gran mayoría, mujeres, que están firmes en la cuenta de Instagram de la cordobesa. Privitera estima que se trata de un 90% de predominancia femenina. Las presenta como “fieles, desde el día 1” y expresa: “Son como amigas”.
“Me preguntan desde qué ponerse para un casamiento o primera cita, hasta qué hacer cuando te deja un novio”, afirma. Asimismo, reflexiona que crecieron a la par. Y, aunque el humor sigue siendo un factor primordial, actualmente se trata de “una red de contención”.

En este sentido, revela: “Me pasó que me digan ‘estoy con mi papá acá, haciéndole el aguante en un momento difícil y vemos tus stories y es la cuota de felicidad del día’, lo cual es super fuerte, emocionante”.
Finalmente, Amor cierra el encuentro contando sus anhelos pendientes. Siempre con mente emprendedora, tiene proyectos en torno a negocios, pero además pretende animarse a buscar a ciertas marcas ella misma para trabajar en conjunto.
Por otro lado, aunque no pudo ampliar mucho de la propuesta, adelanta que es inminente una iniciativa radial. “Tengo ganas de concretar, falta que me anime nomas”, detalla y añade que, otro rubro para incursionar es la gastronomía. “Me parece que a Córdoba le falta algo que tengo en mi cabeza y donde pongo el ojo, pongo la bala”, asegura, entre risas y se despide.